miércoles, 24 de agosto de 2022

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Como si nunca pudiese estar completamente sola.

domingo, 21 de agosto de 2022

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Intento estar sola. Un día. Sólo un día. Y una noche. El día va bien. Casi ni me entero. Pero llega la noche. Pesada. Y se llena de ruidos. De silencios. De miedo. Oigo pasos. Que no son. Agua que corre. Que sí es. La nevera que brr. El armario que crack. Un reloj. Tic-tac. Me muero de sueño y no quiero dormir. Y un silencio que puedo tocar. Que me deja sin aire.

viernes, 29 de noviembre de 2013

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Hoxe tiña que facer moitas cousas. Para empezar, madrugar. Pero non o fixen. Nin madruguei nin me puxen a currar cedo no ordenata. Ás doce aínda estaba empezando. En pixama, bata, despeluxada. A cociña dibuxaba unha morea de pratos, tixolas sucias, cubertos e todo tipo de utensilios acumulados. Almorcei cunha taza que atopei limpa e biscoito duro. Duro pero rico, con pepitas de chiculate e noces. E un plátano. O plátano mancha pouco. Ás doce aínda estaba empezando e ás doce e cuarto case que tamén. Non podía avanzar. E a cabeza dibuxada con moreas de cousas por facer. O mellor que puiden facer foi deixar o ordenata onde e tal e como estaba. Púxeno a cargar, estaba ao 1%. Púxenme as luvas de fregar e empecei a poñer orde na cociña. Desfixen o bonito debuxo que fixera onte con máis ben pouco esforzo. Fixen a cama. Ducheime, lavei os dentes, sequei o pelo co secador, desde que estou coa preñada fágoo sempre, antes máis ben nunca, e ata case fago unha lavadora, pero non había suficiente roupa sucia. O mellor que puiden facer porque cando algo se resiste, axuda facer todas esas cousas que tés pendientes e que non consisten en nada máis que poñerte diante e facelas. Ou desfacelas. Parece que o día cambia en vinte minutos. Ou algo máis. É a unha e vinte, case e media. Estou diante do ordenador de novo. Co mesmo traballo complicado por facer que cando me levantei. Ha, pero a cama feita.

sábado, 17 de noviembre de 2012

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Estou a mudar. Pel. Cae o delicado pano que rodea as miñas mans, os meus sentidos. Todo comeza a ser novo. De novo. Para min. Redescubro a historia contada de ti a el, de el a min, de min a ti. Luces indirectas recollen as imaxes que formarán a miña historia. Recordos de tardes frescas de outono i esa voz grave que escoito falar. A faltar. Entre o rechinar imaxinado de cuncas de viño tocando unhas contra as outras. A cadela. O chan cuberto de follas secas. Esas historias novas xa moi vellas. Escoito, rumio e volvo escoitar, e volvo rumiar. Non diferencio polo momento con nitidez nada que me permita saber a donde me dirixo e de que pedra está feito este camiño. Escoito, rumio.

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Las tres de la tarde del día de hoy era oficialmente la hora clave. Son las 22.34 y sigo en la misma silla sentada. En cuanto salga por esa puerta que ni de reojo alcanzo a ver seré una persona un poco más libre. De obligaciones. De madrugones. De errores de programas y dolores de espalda. De incompatibilidades y horas perdidas y regaladas. Un poco más libre para hacer lo que quiera y dejar de hacer lo que me venga en gana, a mí y a los que a partir de ahora estén conmigo. Vivir sus vidas y las mías. Vidas reales, tangibles, con olores y estados de ánimo variables. Sujeta de nuevo a decisiones de otros pero sin asentir con la cabeza baja. A mi izquierda una pantalla que parpadea me indica: "Estimated time: About 2 hours". Demasiado. Demasiado tiempo. Pero hago como que no me importa. El verano pasado. Quince días de calor encerrada en un proyecto de encargo. Luego otros quince, durante el frío, cuando todas las personas a las que hago caso me permitieron tomar un descanso. Caí enferma. Y otro encargo. Con fiebre y sin uvas seguí trabajando. Algunas noches sueño que tecleo. El puntero del ratón se mueve entre un escenario de color negro y parpadeos inconscientes de cualquier otro color. "About an hour". No importa. Esta vez no importa. De nuevo es verano. Treinta días para disfrutar las pequeñas libertades de las que prescindo durante los otros trescientos treinta y cinco del año. Salir ahí fuera y respirar el aire fresco de las noches de verano, sentir cómo se va enfriando la punta de la nariz y la piel se estira, el cuerpo y la temperatura se adaptan a la del ambiente. Largarme por esa puerta y saber que puedo olvidarme de lo que significa el tiempo.

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Mala noche la de ayer. Me duele la cabeza y siento el cuerpo magullado. No sé qué debí de soñar que no hago otra cosa que pensar en gente a la que quise mucho y ya no veo. Y ya completamente despierta empiezo a darle vueltas a los por qués y a los cómos... Hubo un tiempo en que todas esas personas de las que hablo y en las que tanto pienso hacíamos las mismas cosas, íbamos a los mismos lugares, nos gustaba lo mismo. Formábamos un grupo lleno de mentiras, un grupo que nos anulaba como individuos diferenciados y nos mantenía unidos sólo en superficie para darle forma, un grupo que no crecía ni variaba ni aportaba nada a nadie. Pero dejamos de vernos tan a menudo. Y ahora, asqueada de esos momentos que recuerdo como una gran ristra de años vacíos, me pregunto si valió de algo entonces romper todos aquellos lazos que me unían a un presente que rechazaba y del que me moría por escapar. Me pregunto si se puede romper con todo lo que llevas dentro y si merece la pena. Porque me sigo cuestionando, todavía hoy, en qué habrán cambiado sus vidas, en qué habrá cambiado la mía.

miércoles, 11 de mayo de 2011

cosas viejas, y no tan viejas.

Qué es lo que hace que no me sienta nada bien hoy después de habernos visto. Por qué esta llantera. Después de tanto tiempo. Sería ridículo fingir que no te he echado de menos. Que estoy orgullosa de cómo transcurrió y terminó todo, de cómo lo dejé morir. Que me he sentido bien durante todo este tiempo.

Hacía mucho que no me sonrojaba, que no me temblaba todo por dentro al encontrarme con alguien. Inesperadamente. Y ha tenido que ser contigo. Claro. Y ha sido bonito así. Tal vez nunca me habría atrevido a enfrentarme a una situación diferente. Contigo. Pero, aunque con cierto temor, deseaba que sucediese.

Duele el recuerdo. Duele pensar en lo intensa que fue la soledad que yo misma busqué. Hoy la he vuelto a sentir. Al verte.

jueves, 27 de enero de 2011

re-vuelta

Aquí estoy. De nuevo. Como nueva. Casi.

martes, 3 de junio de 2008

Anaïs I

Cada una de sus ideas podría dar origen a un libro. Pero él lamenta no haber escrito ninguna novela; me sorprendió cuando lo dijo. (...)

Me parece que los principios generadores y fructíferos del psicoanálisis, que residen en la reconstitución del drama individual, fueron siendo eliminados paulatinamente debido al afán de llegar al diagnóstico y la clasificación, con miras a controlar intelectualmente a los individuos. (...)

La actitud creadora de Rank sitúa el drama en un plano emotivo, y le ahorra incurrir en una simple cirugía mental. La aceptación de la vida como drama es un arte, no una ciencia. (...)

La actitud científica convierte la personalidad en un esqueleto y produce una contracción, una reducción a fenómeno. Otto Rank subraya la diferencia existente entre las diversas individualidades y provoca la expansión de las mismas, el subrayado de las diferencias ensancha su universo. Rank busca y delinea el molde individual, y luego ayuda al sujeto a entrar en él, a entrar en su propio molde, en vez de hacerlo con la expresión del drama. El interés artístico que Rank siente por el drama es de efectos incalculables en la experiencia vital del neurótico. (...)

La rigidez científica actúa de modo muy parecido a una trampa, la trampa de la racionalización. El paciente que es una persona hipersensible no puede dejar de sentirse influido por aquello que se espera que diga, por la rápida clasificación que descubre la estructura de forma demasiado evidente. El neurótico piensa que cada una de sus frases tiene que encajar necesariamente en una secuencia lógica a cuya presión acaba por sucumbir. (...)

Con Rank descubre lo contrario: su afinidad con la historia, el mito, la filosofía, el arte y la religión. El neurótico regresa al flujo de la vida y descubre que su enfermedad era una manifestación de su imaginación, la sustancia misma de la creación, aunque deformada y pervertida. La realidad no es solamente el realismo que él no podía afrontar, sino una realidad que puede transformar y adecuar a sus necesidades.


Anaïs Nin. Diario I (1931 - 1934). Edición de Gunther Stuhlmann. Pág. 370-372
Anaïs Nin

jueves, 29 de mayo de 2008

Norman Mclaren. Neighbours

Gracias al regalito literario de mi amigo invisible de estas navidades ¡¡y ya estamos en mayo!! estoy descubriendo maravillas como ésta. Necesito más tiempo libre.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Cassavetes V

Los defectos de la primera versión fueron un duro golpe, un aplastante reconocimiento de nuestra ineptitud. Habría sido fácil ponerse de parte de los pocos que pensaban que la película rea maravillosa; es una debilidad a la que tendemos todos los seres humanos. Habría sido aún más fácil abandonar, no hacer caso de las críticas y decir que los que no la entendían eran unos idiotas y que no era nuestra intención impresionar a nadie. No obstante, creo que las películas pueden ser educativas, servir de ejemplo, entretener y liberar a las personas de sus temores ocultos, sus terrores privados, sus prejuicios. Para mí, es una obligación que los que hacemos cine mantengamos nuestra integridad en la medida de lo posible, porque dirigir o que otros te escuchen implica una responsabilidad ineludible. De otro modo, se vive en la falsedad. Para mí personalmente sería imposible que la gente pensara que soy ético y puro y saber yo interiormente que soy un impostor. Me haría vivir con miedo al tiempo, con el temor de que estoy desperdiciando la única vida que tengo.


Cassavetes por Cassavetes. Ray Carney. Crónicas Anagrama.
Pág. 107.

John Cassavetes
Ray Carney
Cassavetes por Cassavetes

Cassavetes IV

Es virtualmente imposible conseguir que aprueben un guión con enjundia, mucho más desde que empezaron los escándalos en televisión. No hay límite para las escenas violentas; aprueban un guión en el que descuartizan a una mujer, pero rechazan una historia sincera acerca de un toxicómano, la rechazan porque sería perjudicial para el patrocinador del producto. ¡Desodorante para las axilas! Cuando uno comenta lo absurdo de esta manera de pensar, te dicen: "Bueno, con todos los rumores sobre sobornos y la estrecha vigilancia de la Comisión Federal de Comunicaciones, podrían echarnos a la calle con un episodio sobre el mundo de las drogas." Me sentí un estúpido, especialmente porque había concedido entrevistas en las que hablé de ese episodio. Y creo que es uno de los mejores. Y me muero de impaciencia por hacer más como ése. Tenemos cinco o seis guiones estupendos a la espera, historias poco convencionales, con garra, pero no conseguimos que los aprueben.


Revue Productions, los productores de la serie, saben perfectamente que se trata de una situación imposible, pero se quedan cruzados de brazos. Las acciones de Revue se han disparado; entonces, ¿para qué cambiar las cosas? Me siento totalmente desmoralizado, cansado de tanta estupidez. Estoy cansado de oír incluso a gente de mi equipo decir que es algo terrible. Aunque parezca extraño, si los patrocinadores leyeran esos guiones, creo de verdad que los aprobarían. Es la agencia de publicidad la que insiste en no arriesgar. Todo debe hacerse según criterios fáciles de digerir. Nuestras historias no deben tener un mensaje ni ofender a nadie.


Cassavetes por Cassavetes. Ray Carney. Crónicas Anagrama.
Pág. 115.

John Cassavetes
Ray Carney
Cassavetes por Cassavetes

martes, 27 de mayo de 2008

Cassavetes III

Si la película es antes que nada la creación del director o del guionista, entonces sólo hay un punto de vista sobre el tema. Es la creación de una sola imaginación. Pero si la película la crean los actores, entonces la obra tienen tantas caras como actores; la acción se ve en el conjunto, es la creación colectiva de diversas imaginaciones. Consideremos la película una obra de arte pictórica. Se empieza con ideas, con algo propio; a veces alguien añade algo diferente y la obra cambia un poquito. La unidad estilística hace que un texto carezca de humanidad. No puedo evitar sentir que las historias de muchas personas diferentes y potencialmente inarticuladas son más interesantes que una narración artificiosa que existe únicamente en la imaginación articulada de una sola persona. (...)


Difiero del método de trabajo que defiende Stanislavski y seguido por el Actors Studio, pues implica discusiones en grupo de los personajes. Para mí, cada papel debe concebirse individualmente, y también  debe ser una creación individual. Si cada personaje es el resultado del estudio colectivo del director con el reparto, todo termina encajando. Todo queda muy bonito, perfecto, homogéneo; pero el conflicto de los personajes no es verosímil. Los actores no comentan sus interpretaciones sentados en grupo. Naturalmente el tema general de la obra debe estudiarse en grupo para compartir la misma idea de conjunto, pero cada actor debe conseguir una interpretación personal de su papel sin pasar por esa clase de análisis en grupo y crítica mutua que se asocia con el Método. ¡El único talento que yo podría tener sería el de lograr que el actor se exprese de la manera que quiera, no del modo en que yo quiero que lo haga!


Cassavetes por Cassavetes. Ray Carney. Crónicas Anagrama.
Pág. 88-89.

John Cassavetes
Ray Carney
Cassavetes por Cassavetes

Cassavetes II

No soy un "joven airado". Sólo soy un joven trabajador y aplicado. Y creo en la gente. No creo en los exposés porque han hecho pedazos a América, y también al resto del mundo. No creo que haya que decir que la campaña presidencial es un puro chanchullo, meterse dentro y observarla de cerca. Durante años se ha hecho lo mismo, pero por primera vez en la historia estamos empezando a decir: "Eh, ¿ven lo que hacen? ¿Ven cómo consiguen los votos?¿Ven cómo se instrumenta una campaña? ¿Lo ven?". Las debilidades humanas son parte de nosotros. No somos perfectos, pero tenemos buenos instintos que sirven de contrapeso a nuestras malas acciones. La batalla principal es no enseñar la fealdad por la fealdad misma. No basta atacar, atacar constantemente todo lo que vemos, al margen de lo que alguien haga; no basta porque no puede creerse. Y no se puede creer en nadie, empezando por la cúpula de nuestro gobierno. Todos son falsos. Y si todos son falsos, ¿qué sentido tiene continuar?. Así no queda nadie que valga la pena para hacer una película, para hablar, para escribir. Se pierde la esperanza, y entonces lo mejor sería abandonarlo y olvidarlo todo. ¿Por qué tenemos que llenar una y otra vez la mente de los jóvenes con la corrupción de la vida? Si lo hacemos, muy pronto no podrán evitar creer que todo es corrupción.

Cassavetes por Cassavetes. Ray Carney. Crónicas Anagrama.
Pág. 83-84.

John Cassavetes
Ray Carney
Cassavetes por Cassavetes

viernes, 23 de mayo de 2008

Cassavetes I

Ser actor es un trabajo muy duro. Porque la cámara se te acerca, se te plantifica delante de la cara, y alguien te dice, básicamente: "¡Sé grande, ahora!". Porque cuando terminan de empolvarte y de desempolvarte y de revolverte el pelo y de ponerte delante de la cámra, hay un momento de tensión: "¡Ahora, quieto! ¡Es una escena larga!". Y tú allí, con una panda de desconocidos con los que no tienes nada en común, a quienes se supone que tienes que querer u odiar, y con un montón de palabras que en el fondo no quieres decir. Y de eso ha nacido un tipo distinto de interpretación, puramente profesional, una interpretación profesional de tipo teatral que todos los actores han tenido que hacer. Llegan allí y están solos. Y lo único que tienen es el material que los apoya. Y de vez en cuando alguien dice: "No me gusta lo que has hecho. Y tal vez si hicieras esto, podrías estar mejor". Y no importa cómo lo digas, siempre termina siendo igual de grosero. Y lo que el actor sientes es: "¿No te gusta cómo me senté? ¡Llevo toda la vida sentándome así! No te metas en mi vida. No quiero verte ni en pintura. No te necesito." Los actores llegan a saber lo que saben pagando un alto precio. Si alguien contradice lo que hacen, o cómo lo hacen, puede hacerlos sentir muy inseguros y asustados, temen que alguien esté tratando de quitarles todo aquello por lo que han trabajado.

Cassavetes por Cassavetes. Ray Carney. Crónicas Anagrama. Pág. 66

John Cassavetes
Ray Carney
Cassavetes por Cassavetes

sábado, 12 de abril de 2008

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Exprimo el cascarón de nuez que tengo por cabeza. Nada sale. Ni una gota de sangre. Nada entra. Espero. Miro. Gusanos de color blanco empiezan a comérselo todo.

sábado, 1 de marzo de 2008

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Esta noche soñé contigo. Me enseñabas tu casa de papel.

viernes, 7 de septiembre de 2007

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Todo es silencio. Las estaciones. La gente. Coches circulan sin bip ni bop. Todo es susurro. Trenes en el recuerdo traquetean ruidosos. Grupos de chicos y chicas chillan y agitan nerviosos cuerpos, manos, pies y cabeza. Las bocas se mueven sin parar. Todo se convierte en ruido en este recuerdo olvidado que ahora hago imagen. Todo es grande allí. Desequilibrado en tiempo y lugar. Ahora lo veo. Ahora que me encuentro lejos. Grandes son las manos de los que trabajan. Allí. Dedos hinchados y deformes, tatuados con callos de diferentes colores. Como sus vidas. Vidas deformes. Hinchadas. Sus cuerpos. Duros. Cansados. De gritar para que alguien escuche. De caminar tres y cuatro veces el mismo camino. Sin conseguir cambiar nada. Salvo riquezas. Riquezas de otros. Igual de vacíos hoy y ayer. Y montañas. Pueblos rodeados de montes y grandes valles. Se hace difícil caminar. Allí. En el recuerdo. Oscuridad. Pensar con claridad. Sin embargo todo es luz en este lugar en el que ahora me encuentro. No existen enormes monstruos deformes que entorpezcan la vista. Ni el camino. Mis ojos miran un horizonte sin final y ven la luz, el cielo, el sol, las nubes. Allá. En un punto que nunca llega. Sueñan. Es posible soñar aquí.

domingo, 6 de mayo de 2007

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Esta mañana te miré dormir. Repasé tu perfil. Con mi dedo. Mi. Tu. Nariz. Labios. Barbilla. Barbilla-Labios-Nariz. Entre grises y azules de huecos de persiana. Respirabas muy suave. Inflabas. Lento. Desinflabas. Tus mofletes se redondeaban y estiraban al compás del ritmo que tu pecho marcaba. Besabas. Aire. Y un suave sonido.

Esta mañana te miré y dormías. Cerca. Muy cerca. Convertí tu cuerpo en capas. Rojo. Azul. Bajo saturados. Te inventé en dos planos. Superpuestos. Descolocados. Reinventé tu centro. Y te miré sólo con mi ojo izquierdo. Luego sólo con el derecho. Te miré cerca. Con los dos. Muy cerca. Había dos de ti. Pero uno. Respiraba. Tan lento. Tan cerca. Que juntar los labios significaba tocarte.

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Te escribo. Porque necesito. Necesito un beso. Uno largo. Alargo. Un brazo. Un abrazo. Cierro los ojos y lo siento. Te siento.

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Pierde uno la costumbre, se pierden dos y sus mitades.

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Del una y dos veces al mes se fueron de puntillas a un muy frecuentemente escrito a lápiz de punta fina. Borraron. Primero. Porque luego vino el una por semana y más tarde del después, al día. A veces. Sin contar fines de semana. De viernes a domingo lo que marcaban con aquellos dos trazos cruzados era el ocasionalmente. Asimétricos. Dos trazos cruzados asimétricos.

A ella le hacía gracia lo de rellenar casillas vacías con él, rodearse de dudas al intentar confirmar absolutos. Pero esto tampoco es tan importante, se decía. Le decía. Lo de las certezas y los datos reales. Al fin y al cabo las estadísticas no funcionan. Las conclusiones nunca concluyen, sólo sirven para encontrar nuevas casillas por cubrir. El sí nunca es un sí. Y el no ni a veces ni ocasionalmente.

Y así era divertido jugar. Dejándose llevar por los porcentajes, por los días sin nombre, subirse a las barras laterales que separaban cada par de cifras. Garabatos. Imprecisos. Escritos ahora a bolígrafo encima de un montón de folios. Que apoyaba en su otro brazo.

Siguiente hoja. Pregunta abierta. Qué sientes, le decía. ¿Siempre?, contestaba. ¿Ocasionalmente o del uno al cinco? ¿Todas? ¿Ninguna? No sé. Totalmente en desacuerdo

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Me gustaria tener los ojos rasgados. Mirar desde detrás de esos párpados orientales. Verte en dieciséis novenos. Y repasar contigo escenas. Detalles. Las que me hacen reír. Las que no. Pestañear entre plano y plano. Dibujar negros. Inventar silencios. Y desde un sofá de trazo a lápiz, escuchar lo que un tipo bien iluminado deje escrito con humo en una caja de tres por cuatro. Un tipo de esos que saben tanto. Reírme. Reírme de eso que está contando, eso de que ya no se hacen secuencias como aquéllas, que todo está acabado. Reírme de ese par de ojos grandes. Redondos.

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Podría ser un pájaro. Pero no tengo alas. Podría ser un elefante. Pero soy pequeña y no soy gris. Un hierbajo. No. Me gusta moverme y caminar. Podría ser una letra. Sí. La que viene después de la zeta. Y no me parecería en nada a ella. Sería la letra que nunca nadie imaginó. Ese dibujo que necesitas para pronunciar todas las palabras que no encuentras.

viernes, 27 de abril de 2007

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A veces ves cómo es. O cómo podría llegar a ser. La cabeza revienta. Lo cubre todo. Los pedazos. Como una sandía cae desde muy alto. Como un melón. Con jamón.

Hoy sucedía en bici. Al subir a una acera, tropezaba, perdía el control, me desviaba, caía. En la misma dirección que la de ese coche que venía. Mi cabeza. Mi cabeza delante de la rueda. Esa rueda que llegaba justo en el momento en el que el cuerpo tocaba el suelo. El conductor no tenía tiempo de reaccionar. Ni yo podía hacer otra cosa que no fuera dejarme llevar. Por el peso. Por el cuerpo volando dirección asfalto. Y las noticias. Y el conductor asustado. Justificando. Se.

Pienso. En un gato. Qué listos, los gatos.

Caía. Todo explotaba. La lente que observaba se cubría de rojos. De gotas. Trozos. Una granada. Fruta. Morder y salpicar. Todo. Manchar la ropa, los dientes, las manos. Y cubrir todo. De rojos. Trocitos.

A veces ves cómo es y cómo no es. Caes en la cuenta al tiempo. Cuando te ves sobre la acera. Pedaleas. Alguna rueda llega. Otra se va. Y miras a los lados. Y ves que hay más. Más coches continuan zumbando. En tu oreja. Moscas en verano. Y el camino. Cuesta abajo.

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Me mira, sonríe. Me habla del tiempo. Que pasa. Ya. Ya lo sé. Que se va.

Ahí fuera los grillos cantan.

La habitación en silencio. Roto ahora por el sonido de teclas. Los dedos empujan letras. Congelan palabras. Historias, frases, dudas. Y dudo y pienso. Si el tiempo. Si puedo hacer algo por estirar el tiempo. Si puedo hacer algo para que no me olvide. El tiempo. Si todo lo que hago es por hacer útil lo pasajero. Pasajero. Al tren. Subo. Viajo. Duermo. Ventana. Pasillo. Fotografío lo que estoy viendo. Desde mi asiento. Desde tu asiento. Para recordar. Para contar. Mientras todo se mueve. Pienso en tu sonrisa triste. Mientras señalo. Estelas. De colores. De viento.

miércoles, 25 de abril de 2007

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Se me caen las letras del cartel que llevo colgado al pecho con mi nombre. Me levanto, recojo la ese y es entonces cuando se despega la ene, y cuando recojo la ene se me va la a. Me canso. Me siento. Y dejo que hagan lo que quieran. Y miro el suelo. Y veo cómo se empieza a adivinar mi nombre ahí abajo. Y me llamo. Pero no me oigo. No está el dibujo completo.

martes, 24 de abril de 2007

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Miro tu dibujo y pienso. Se mueve. Me da un beso. Tiembla todavía tu pulso. Te siento. Te siento dentro. Me dices al oído. No entiendo. Me acerco. Y cierro los ojos. Atenta. Mi oreja en tu boca. Mi boca. Tu cuerpo. Te huelo. Y en mi cama que es tuya escribo. Escribo tu abrazo. Y tu colchón me dice. Me dice los brazos. Los que ha visto. Abrazos. Caricia en mi panza. Mientras pienso. Tu beso.

lunes, 23 de abril de 2007

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La descalzas cuando hablas. Si al menos lo hicieses en voz baja. Pero gritas. Pisas y gritas. Te agarras a las paredes y tu tono sube los cinco pisos. A la velocidad del rayo. Y tu rayo me asusta. Se me erizan los pelos de las venas. Por dentro. Y por fuera cierro los ojos. Respiro. Inspiro y mido mi capacidad pulmonar. Milímetros. Cubos. Tormenta.

jueves, 19 de abril de 2007

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De un salto, subiríamos a una nube. Al vuelo. Y de nube en nube y de cielo en cielo, nos reiríamos de todo, señalando con el dedo. Mira, mira, mira eso. Tu viento en mi cara. Mira, mira, mira aquello. Mi aliento. Tu panza. Y cansados. De reír. De llorar. De volar sin peso. Tumbados en la misma montaña de aire. Beberíamos. De espumas. Morderíamos. Burbujas. Dormiría. Cogería tu brazo izquierdo y me lo ataría al cuello. Dormiría. Así dormiría. Los ojos muy abiertos. Lentos los pestañeos. Y así. Rodeada de cielo.

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Me acuesto a las dos. Sueño con manzanas asadas. Y esta mañana la grúa se lleva mi coche. Ese animal de pico y patas largas

martes, 17 de abril de 2007

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Crece mi ombligo. Gigante. Como un agujero de arena. Cada mañana me lo miro. Y sólo veo. Cada mañana más grande que la mañana anterior. Un enorme agujero. Un enorme agujero de color negro. Donde antes había piel. Un enorme agujero hueco. Eco.

viernes, 13 de abril de 2007

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Que no sé lo que siento. Y no sé si siento. No entiendo. Me pincho. No sangro. Necesito. Necesito un pellizco. Un beso. Necesito agua. Necesito sed. Necesito mal. Necesito bien. Necesito estar. Calma. Necesito prisa. Necesito más. A menudo. A menudo me digo que ya. Que ya está. Que quiero parar. A menudo paro. Me paro y pienso. Que quiero parar. Que no siento. Que no hay. A menudo me pregunto. Cuando me pregunto. A menudo me pregunto qué pasa. Qué estás haciendo. Y a dónde vas. A menudo pienso. Y cuando pienso. Cuando estoy sola y pienso. Cuando estoy sola y pienso, tú eres diferente. Diferente para mí. Para ti. Cuando estoy sola no siento. Y cuando. Pero. Pero cuando estás. Cuando estás ahí. Cuando estás aquí. Crecen hierbitas dentro de mí. Crecen flores. Y quiero. Quiero. Quiero estar dentro. Y quiero. Quiero escribir. Y morir. Y vivir. Quiero escribir. Beber. Vivir. Morir. Querer. Te. Sentir. Me. Siento. Cuando te vas. Me siento sola. Vacía. Antes. Antes era diferente. Todo era distinto antes. Eras tú. Era yo. Entera. Sin mitades. Sin tres cuartos. Yo era entera. Entera. Aburrida. Sola. Y llena. Y antes. Y ahora. Y después. Antes yo era a cada momento. Y ahora. Ahora ni tú ni yo. Y ahora. Ahora te necesito. Te necesito para ser. Para ser mitad. Para ser cuarto. Para no ser. Para no ser yo. A cada momento.

jueves, 12 de abril de 2007

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Que tengo miedo. Porque ahogo. Ahogo y tengo miedo. Me quiero ir. Necesito. Correr. Fuera. Fuera. Lejos. Lejos. Tranquila y muerta. Lejos. Tranquila. Y muerta.


Y cada vez. Cada vez que algo. Que algo igual. Cada vez que algo igual o parecido. Sucede. Cada vez quiero escapar. Cada vez es igual. Y el mismo final. Y tranquila. Y yo tranquila. Muerta y viva. Y muerta. Y pensando en lo que pudo pasar. En que no pude aguantar. Pensando que me ahogué. En el mar. En el mar más chiquitito.

martes, 10 de abril de 2007

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Que te miro y siento. El bar lleno. Me miras. Te miro y siento. Y no hablo. Y no mueves los labios. Porque no oigo. No oigo. Ruído. Ruído de palmas. De música. De mesa de mezclas y pruebas. Y palabras. Y gente que habla. Y ríe. Y grita. Y sí sí. Y ja ja. Y te miro. Y sonríes. Me ríes. Me río. Te río. Y un río. De garganta. De caricia. Dentro. Y te vuelvo a mirar. Y me vuelves a mirar. Tu mirar. Lo veo. Lo miro. Y río. Dentro. Y quiero. Quiero tus ojos. Tus manos. Tu piel. Quiero tus labios. Quiero tu sangre. Morderte. Tu aire. Cada pedacito.

viernes, 6 de abril de 2007

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El corazón. El corazón se mueve. Y dice cosas. Cosas contrarias. A las que mueve mi boca. Mis labios gritan. Al aire. Letras. Letras huecas. Afiladas. Letras de aire quemadas. Desgarradas. Letras. Letras a las que el corazón se agarra. Y aprieta. Aprieta el puño fuerte, muy fuerte. Para no caerse. Para no perderse. Para no perderlas. Que tropiecen. Que se ahoguen. Que no lleguen. Y sangra. Se sostiene. Balancea. Cuelga. En cada tilde. En cada gatillo de palabra. Agotado. Coge aliento. En cada espacio. Y va guardando. Entre vena y arteria. Para sí. Esas letras. Entre sangre y latido. Escondidas. Asfixiadas. Y ruido. Y letras. Mis labios. El aire. Todo se tiñe de rojo.

miércoles, 4 de abril de 2007

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Pienso. Cuando escribo. Al tiempo que mi mano se desliza y baila. Sólo si escribo sé lo que pienso. Al tiempo. Y llegado. El momento. De decidir. Y hacer. Qué hacer. Llegado. El momento. No quiero. Y me escondo. En un agujero de arena. Imaginado. Invento. Y dejo. Huecos. Y me paro. Delante de un cruce de dos caminos. Y me siento. En el suelo. Me miro el ombligo. Me miro los pies. Miro el cielo. Y pienso. Lo azul. Las nubes. Y pienso. En ser luna. En comerme un pedazo. Y menguar. Y dejar de ser. Llena. Entera. Completa. Mitad. Y empezar. El final.

martes, 3 de abril de 2007

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Tan simple.
Como amanecer.
Despertar.
Y no tener.
Hambre de nada.

Y no se me ocurren.
Más mañanas.

lunes, 2 de abril de 2007

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Lo bonito sería. Hacerte sentir. Esas cosquillas. Dentro. Escuchar como pronuncias esa palabra. Y ver. Esas letras. Redondas. Bailar en el aire.

jueves, 22 de marzo de 2007

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Y ahora. Y hoy.
No sé.
No sé vivir.
No sé reír.
No sé estar sola.
No sé sentir.
No sé. Si. Dejarlo.
Para mañana.
Y mañana.
Ser feliz.
Me olvidé. Durante todo este camino. De hacer.
De lo que nunca busqué.
Alimentarme.
De letras. De nombres.
Vivir. Soñar.
Y hoy.
Hoy miro. Miro dentro.
Y no veo.
No veo más que posos.
Los dibujos de unos rastros de café.
Unos dibujos que se agarran. A las paredes. De esta piel.
Pero más allá.
Más alllá de sorbos amargos.
De rincones de azúcar y miel.
No hay.
Más allá.
Que sustente paredes.
Alimento. Que aguante. La piel.
Sólo.
Hay.
Lo que ves.

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Me quemé. Pienso.
En cada extremo. Que soñé contigo.
Quiero. Cerrar. Cada poro abierto.
Quiero saber de mí. Y conocer. Lo que olvidé. Lo que perdí.
Y ardo. Del calor que no tengo.
Y siento. Morir.
Cada pelo. Cada escama.
De agua. De piel.
Y muerta. Y fría.
Y fría. Y muerta.
Cada mañana

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Duerme. Sueña. Come. Vive. Juega.
He dormido hasta caer rendida. He soñado despierta. Subiendo una ladera. Carretera. Sudor. Calor. Viento. Asfalto. Y al fin un árbol. Detrás de otro árbol. Piedra. Arena. Y de nuevo el viento. El Sol. Calor. Sudor. Se enfría. Cuesta abajo. Duermo. Sueño. Como. Vivo. Juego. Despierto. Camino. Corro. Salto. Imagino uvas de color blanco. Estallan en mi boca. Muerdo.