martes, 3 de junio de 2008

Anaïs I

Cada una de sus ideas podría dar origen a un libro. Pero él lamenta no haber escrito ninguna novela; me sorprendió cuando lo dijo. (...)

Me parece que los principios generadores y fructíferos del psicoanálisis, que residen en la reconstitución del drama individual, fueron siendo eliminados paulatinamente debido al afán de llegar al diagnóstico y la clasificación, con miras a controlar intelectualmente a los individuos. (...)

La actitud creadora de Rank sitúa el drama en un plano emotivo, y le ahorra incurrir en una simple cirugía mental. La aceptación de la vida como drama es un arte, no una ciencia. (...)

La actitud científica convierte la personalidad en un esqueleto y produce una contracción, una reducción a fenómeno. Otto Rank subraya la diferencia existente entre las diversas individualidades y provoca la expansión de las mismas, el subrayado de las diferencias ensancha su universo. Rank busca y delinea el molde individual, y luego ayuda al sujeto a entrar en él, a entrar en su propio molde, en vez de hacerlo con la expresión del drama. El interés artístico que Rank siente por el drama es de efectos incalculables en la experiencia vital del neurótico. (...)

La rigidez científica actúa de modo muy parecido a una trampa, la trampa de la racionalización. El paciente que es una persona hipersensible no puede dejar de sentirse influido por aquello que se espera que diga, por la rápida clasificación que descubre la estructura de forma demasiado evidente. El neurótico piensa que cada una de sus frases tiene que encajar necesariamente en una secuencia lógica a cuya presión acaba por sucumbir. (...)

Con Rank descubre lo contrario: su afinidad con la historia, el mito, la filosofía, el arte y la religión. El neurótico regresa al flujo de la vida y descubre que su enfermedad era una manifestación de su imaginación, la sustancia misma de la creación, aunque deformada y pervertida. La realidad no es solamente el realismo que él no podía afrontar, sino una realidad que puede transformar y adecuar a sus necesidades.


Anaïs Nin. Diario I (1931 - 1934). Edición de Gunther Stuhlmann. Pág. 370-372
Anaïs Nin