viernes, 7 de septiembre de 2007

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Todo es silencio. Las estaciones. La gente. Coches circulan sin bip ni bop. Todo es susurro. Trenes en el recuerdo traquetean ruidosos. Grupos de chicos y chicas chillan y agitan nerviosos cuerpos, manos, pies y cabeza. Las bocas se mueven sin parar. Todo se convierte en ruido en este recuerdo olvidado que ahora hago imagen. Todo es grande allí. Desequilibrado en tiempo y lugar. Ahora lo veo. Ahora que me encuentro lejos. Grandes son las manos de los que trabajan. Allí. Dedos hinchados y deformes, tatuados con callos de diferentes colores. Como sus vidas. Vidas deformes. Hinchadas. Sus cuerpos. Duros. Cansados. De gritar para que alguien escuche. De caminar tres y cuatro veces el mismo camino. Sin conseguir cambiar nada. Salvo riquezas. Riquezas de otros. Igual de vacíos hoy y ayer. Y montañas. Pueblos rodeados de montes y grandes valles. Se hace difícil caminar. Allí. En el recuerdo. Oscuridad. Pensar con claridad. Sin embargo todo es luz en este lugar en el que ahora me encuentro. No existen enormes monstruos deformes que entorpezcan la vista. Ni el camino. Mis ojos miran un horizonte sin final y ven la luz, el cielo, el sol, las nubes. Allá. En un punto que nunca llega. Sueñan. Es posible soñar aquí.

domingo, 6 de mayo de 2007

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Esta mañana te miré dormir. Repasé tu perfil. Con mi dedo. Mi. Tu. Nariz. Labios. Barbilla. Barbilla-Labios-Nariz. Entre grises y azules de huecos de persiana. Respirabas muy suave. Inflabas. Lento. Desinflabas. Tus mofletes se redondeaban y estiraban al compás del ritmo que tu pecho marcaba. Besabas. Aire. Y un suave sonido.

Esta mañana te miré y dormías. Cerca. Muy cerca. Convertí tu cuerpo en capas. Rojo. Azul. Bajo saturados. Te inventé en dos planos. Superpuestos. Descolocados. Reinventé tu centro. Y te miré sólo con mi ojo izquierdo. Luego sólo con el derecho. Te miré cerca. Con los dos. Muy cerca. Había dos de ti. Pero uno. Respiraba. Tan lento. Tan cerca. Que juntar los labios significaba tocarte.

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Te escribo. Porque necesito. Necesito un beso. Uno largo. Alargo. Un brazo. Un abrazo. Cierro los ojos y lo siento. Te siento.

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Pierde uno la costumbre, se pierden dos y sus mitades.

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Del una y dos veces al mes se fueron de puntillas a un muy frecuentemente escrito a lápiz de punta fina. Borraron. Primero. Porque luego vino el una por semana y más tarde del después, al día. A veces. Sin contar fines de semana. De viernes a domingo lo que marcaban con aquellos dos trazos cruzados era el ocasionalmente. Asimétricos. Dos trazos cruzados asimétricos.

A ella le hacía gracia lo de rellenar casillas vacías con él, rodearse de dudas al intentar confirmar absolutos. Pero esto tampoco es tan importante, se decía. Le decía. Lo de las certezas y los datos reales. Al fin y al cabo las estadísticas no funcionan. Las conclusiones nunca concluyen, sólo sirven para encontrar nuevas casillas por cubrir. El sí nunca es un sí. Y el no ni a veces ni ocasionalmente.

Y así era divertido jugar. Dejándose llevar por los porcentajes, por los días sin nombre, subirse a las barras laterales que separaban cada par de cifras. Garabatos. Imprecisos. Escritos ahora a bolígrafo encima de un montón de folios. Que apoyaba en su otro brazo.

Siguiente hoja. Pregunta abierta. Qué sientes, le decía. ¿Siempre?, contestaba. ¿Ocasionalmente o del uno al cinco? ¿Todas? ¿Ninguna? No sé. Totalmente en desacuerdo

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Me gustaria tener los ojos rasgados. Mirar desde detrás de esos párpados orientales. Verte en dieciséis novenos. Y repasar contigo escenas. Detalles. Las que me hacen reír. Las que no. Pestañear entre plano y plano. Dibujar negros. Inventar silencios. Y desde un sofá de trazo a lápiz, escuchar lo que un tipo bien iluminado deje escrito con humo en una caja de tres por cuatro. Un tipo de esos que saben tanto. Reírme. Reírme de eso que está contando, eso de que ya no se hacen secuencias como aquéllas, que todo está acabado. Reírme de ese par de ojos grandes. Redondos.

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Podría ser un pájaro. Pero no tengo alas. Podría ser un elefante. Pero soy pequeña y no soy gris. Un hierbajo. No. Me gusta moverme y caminar. Podría ser una letra. Sí. La que viene después de la zeta. Y no me parecería en nada a ella. Sería la letra que nunca nadie imaginó. Ese dibujo que necesitas para pronunciar todas las palabras que no encuentras.

viernes, 27 de abril de 2007

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A veces ves cómo es. O cómo podría llegar a ser. La cabeza revienta. Lo cubre todo. Los pedazos. Como una sandía cae desde muy alto. Como un melón. Con jamón.

Hoy sucedía en bici. Al subir a una acera, tropezaba, perdía el control, me desviaba, caía. En la misma dirección que la de ese coche que venía. Mi cabeza. Mi cabeza delante de la rueda. Esa rueda que llegaba justo en el momento en el que el cuerpo tocaba el suelo. El conductor no tenía tiempo de reaccionar. Ni yo podía hacer otra cosa que no fuera dejarme llevar. Por el peso. Por el cuerpo volando dirección asfalto. Y las noticias. Y el conductor asustado. Justificando. Se.

Pienso. En un gato. Qué listos, los gatos.

Caía. Todo explotaba. La lente que observaba se cubría de rojos. De gotas. Trozos. Una granada. Fruta. Morder y salpicar. Todo. Manchar la ropa, los dientes, las manos. Y cubrir todo. De rojos. Trocitos.

A veces ves cómo es y cómo no es. Caes en la cuenta al tiempo. Cuando te ves sobre la acera. Pedaleas. Alguna rueda llega. Otra se va. Y miras a los lados. Y ves que hay más. Más coches continuan zumbando. En tu oreja. Moscas en verano. Y el camino. Cuesta abajo.

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Me mira, sonríe. Me habla del tiempo. Que pasa. Ya. Ya lo sé. Que se va.

Ahí fuera los grillos cantan.

La habitación en silencio. Roto ahora por el sonido de teclas. Los dedos empujan letras. Congelan palabras. Historias, frases, dudas. Y dudo y pienso. Si el tiempo. Si puedo hacer algo por estirar el tiempo. Si puedo hacer algo para que no me olvide. El tiempo. Si todo lo que hago es por hacer útil lo pasajero. Pasajero. Al tren. Subo. Viajo. Duermo. Ventana. Pasillo. Fotografío lo que estoy viendo. Desde mi asiento. Desde tu asiento. Para recordar. Para contar. Mientras todo se mueve. Pienso en tu sonrisa triste. Mientras señalo. Estelas. De colores. De viento.

miércoles, 25 de abril de 2007

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Se me caen las letras del cartel que llevo colgado al pecho con mi nombre. Me levanto, recojo la ese y es entonces cuando se despega la ene, y cuando recojo la ene se me va la a. Me canso. Me siento. Y dejo que hagan lo que quieran. Y miro el suelo. Y veo cómo se empieza a adivinar mi nombre ahí abajo. Y me llamo. Pero no me oigo. No está el dibujo completo.

martes, 24 de abril de 2007

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Miro tu dibujo y pienso. Se mueve. Me da un beso. Tiembla todavía tu pulso. Te siento. Te siento dentro. Me dices al oído. No entiendo. Me acerco. Y cierro los ojos. Atenta. Mi oreja en tu boca. Mi boca. Tu cuerpo. Te huelo. Y en mi cama que es tuya escribo. Escribo tu abrazo. Y tu colchón me dice. Me dice los brazos. Los que ha visto. Abrazos. Caricia en mi panza. Mientras pienso. Tu beso.

lunes, 23 de abril de 2007

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La descalzas cuando hablas. Si al menos lo hicieses en voz baja. Pero gritas. Pisas y gritas. Te agarras a las paredes y tu tono sube los cinco pisos. A la velocidad del rayo. Y tu rayo me asusta. Se me erizan los pelos de las venas. Por dentro. Y por fuera cierro los ojos. Respiro. Inspiro y mido mi capacidad pulmonar. Milímetros. Cubos. Tormenta.

jueves, 19 de abril de 2007

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De un salto, subiríamos a una nube. Al vuelo. Y de nube en nube y de cielo en cielo, nos reiríamos de todo, señalando con el dedo. Mira, mira, mira eso. Tu viento en mi cara. Mira, mira, mira aquello. Mi aliento. Tu panza. Y cansados. De reír. De llorar. De volar sin peso. Tumbados en la misma montaña de aire. Beberíamos. De espumas. Morderíamos. Burbujas. Dormiría. Cogería tu brazo izquierdo y me lo ataría al cuello. Dormiría. Así dormiría. Los ojos muy abiertos. Lentos los pestañeos. Y así. Rodeada de cielo.

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Me acuesto a las dos. Sueño con manzanas asadas. Y esta mañana la grúa se lleva mi coche. Ese animal de pico y patas largas

martes, 17 de abril de 2007

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Crece mi ombligo. Gigante. Como un agujero de arena. Cada mañana me lo miro. Y sólo veo. Cada mañana más grande que la mañana anterior. Un enorme agujero. Un enorme agujero de color negro. Donde antes había piel. Un enorme agujero hueco. Eco.

viernes, 13 de abril de 2007

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Que no sé lo que siento. Y no sé si siento. No entiendo. Me pincho. No sangro. Necesito. Necesito un pellizco. Un beso. Necesito agua. Necesito sed. Necesito mal. Necesito bien. Necesito estar. Calma. Necesito prisa. Necesito más. A menudo. A menudo me digo que ya. Que ya está. Que quiero parar. A menudo paro. Me paro y pienso. Que quiero parar. Que no siento. Que no hay. A menudo me pregunto. Cuando me pregunto. A menudo me pregunto qué pasa. Qué estás haciendo. Y a dónde vas. A menudo pienso. Y cuando pienso. Cuando estoy sola y pienso. Cuando estoy sola y pienso, tú eres diferente. Diferente para mí. Para ti. Cuando estoy sola no siento. Y cuando. Pero. Pero cuando estás. Cuando estás ahí. Cuando estás aquí. Crecen hierbitas dentro de mí. Crecen flores. Y quiero. Quiero. Quiero estar dentro. Y quiero. Quiero escribir. Y morir. Y vivir. Quiero escribir. Beber. Vivir. Morir. Querer. Te. Sentir. Me. Siento. Cuando te vas. Me siento sola. Vacía. Antes. Antes era diferente. Todo era distinto antes. Eras tú. Era yo. Entera. Sin mitades. Sin tres cuartos. Yo era entera. Entera. Aburrida. Sola. Y llena. Y antes. Y ahora. Y después. Antes yo era a cada momento. Y ahora. Ahora ni tú ni yo. Y ahora. Ahora te necesito. Te necesito para ser. Para ser mitad. Para ser cuarto. Para no ser. Para no ser yo. A cada momento.

jueves, 12 de abril de 2007

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Que tengo miedo. Porque ahogo. Ahogo y tengo miedo. Me quiero ir. Necesito. Correr. Fuera. Fuera. Lejos. Lejos. Tranquila y muerta. Lejos. Tranquila. Y muerta.


Y cada vez. Cada vez que algo. Que algo igual. Cada vez que algo igual o parecido. Sucede. Cada vez quiero escapar. Cada vez es igual. Y el mismo final. Y tranquila. Y yo tranquila. Muerta y viva. Y muerta. Y pensando en lo que pudo pasar. En que no pude aguantar. Pensando que me ahogué. En el mar. En el mar más chiquitito.

martes, 10 de abril de 2007

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Que te miro y siento. El bar lleno. Me miras. Te miro y siento. Y no hablo. Y no mueves los labios. Porque no oigo. No oigo. Ruído. Ruído de palmas. De música. De mesa de mezclas y pruebas. Y palabras. Y gente que habla. Y ríe. Y grita. Y sí sí. Y ja ja. Y te miro. Y sonríes. Me ríes. Me río. Te río. Y un río. De garganta. De caricia. Dentro. Y te vuelvo a mirar. Y me vuelves a mirar. Tu mirar. Lo veo. Lo miro. Y río. Dentro. Y quiero. Quiero tus ojos. Tus manos. Tu piel. Quiero tus labios. Quiero tu sangre. Morderte. Tu aire. Cada pedacito.

viernes, 6 de abril de 2007

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El corazón. El corazón se mueve. Y dice cosas. Cosas contrarias. A las que mueve mi boca. Mis labios gritan. Al aire. Letras. Letras huecas. Afiladas. Letras de aire quemadas. Desgarradas. Letras. Letras a las que el corazón se agarra. Y aprieta. Aprieta el puño fuerte, muy fuerte. Para no caerse. Para no perderse. Para no perderlas. Que tropiecen. Que se ahoguen. Que no lleguen. Y sangra. Se sostiene. Balancea. Cuelga. En cada tilde. En cada gatillo de palabra. Agotado. Coge aliento. En cada espacio. Y va guardando. Entre vena y arteria. Para sí. Esas letras. Entre sangre y latido. Escondidas. Asfixiadas. Y ruido. Y letras. Mis labios. El aire. Todo se tiñe de rojo.

miércoles, 4 de abril de 2007

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Pienso. Cuando escribo. Al tiempo que mi mano se desliza y baila. Sólo si escribo sé lo que pienso. Al tiempo. Y llegado. El momento. De decidir. Y hacer. Qué hacer. Llegado. El momento. No quiero. Y me escondo. En un agujero de arena. Imaginado. Invento. Y dejo. Huecos. Y me paro. Delante de un cruce de dos caminos. Y me siento. En el suelo. Me miro el ombligo. Me miro los pies. Miro el cielo. Y pienso. Lo azul. Las nubes. Y pienso. En ser luna. En comerme un pedazo. Y menguar. Y dejar de ser. Llena. Entera. Completa. Mitad. Y empezar. El final.

martes, 3 de abril de 2007

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Tan simple.
Como amanecer.
Despertar.
Y no tener.
Hambre de nada.

Y no se me ocurren.
Más mañanas.

lunes, 2 de abril de 2007

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Lo bonito sería. Hacerte sentir. Esas cosquillas. Dentro. Escuchar como pronuncias esa palabra. Y ver. Esas letras. Redondas. Bailar en el aire.

jueves, 22 de marzo de 2007

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Y ahora. Y hoy.
No sé.
No sé vivir.
No sé reír.
No sé estar sola.
No sé sentir.
No sé. Si. Dejarlo.
Para mañana.
Y mañana.
Ser feliz.
Me olvidé. Durante todo este camino. De hacer.
De lo que nunca busqué.
Alimentarme.
De letras. De nombres.
Vivir. Soñar.
Y hoy.
Hoy miro. Miro dentro.
Y no veo.
No veo más que posos.
Los dibujos de unos rastros de café.
Unos dibujos que se agarran. A las paredes. De esta piel.
Pero más allá.
Más alllá de sorbos amargos.
De rincones de azúcar y miel.
No hay.
Más allá.
Que sustente paredes.
Alimento. Que aguante. La piel.
Sólo.
Hay.
Lo que ves.

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Me quemé. Pienso.
En cada extremo. Que soñé contigo.
Quiero. Cerrar. Cada poro abierto.
Quiero saber de mí. Y conocer. Lo que olvidé. Lo que perdí.
Y ardo. Del calor que no tengo.
Y siento. Morir.
Cada pelo. Cada escama.
De agua. De piel.
Y muerta. Y fría.
Y fría. Y muerta.
Cada mañana

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Duerme. Sueña. Come. Vive. Juega.
He dormido hasta caer rendida. He soñado despierta. Subiendo una ladera. Carretera. Sudor. Calor. Viento. Asfalto. Y al fin un árbol. Detrás de otro árbol. Piedra. Arena. Y de nuevo el viento. El Sol. Calor. Sudor. Se enfría. Cuesta abajo. Duermo. Sueño. Como. Vivo. Juego. Despierto. Camino. Corro. Salto. Imagino uvas de color blanco. Estallan en mi boca. Muerdo.